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Un Proyecto Arquitectónico en Apoyo a la Mujer

Refugio para Mujeres Víctimas de la Violencia

El Refugio para Mujeres Víctimas de Violencia ubicado en el estado de Michoacán, es un edificio de 1226.64 m2 de construcción, de asistencia social para mujeres que han padecido violencia intrafamiliar.

El rigor y el mutismo formal lo caracterizan en su apariencia general, es resuelto en una sola planta, lo que establece su significación y función protectora hacia sus habitantes, esta diseñado para que la arquitectura se “diluya”, evitando ser la protagonista al privilegiar la relación usuario – naturaleza, reduciendo la sensación de aislamiento en las mujeres y sus hijos.

Desde el punto de vista humanitario, este edificio no debería existir. Sin embargo, ante la ausencia de garantías en los derechos y la seguridad de la mujer en México, es una respuesta resiliente, volviendose una innovación tipológica fundacional y se convierte en un referente como arquitectura e intitución que coadyuva a la superación de esta problemática. Erradicado este problema de violencia, la flexibilidad del diseño de este edificio, posibilita su cambio de uso futuro.

Un vestibulo de acceso austero, de profunda espiritualidad ecuménica por su alto contraste entre la oscuridad y la luz, otorga una atmósfera de recogimiento silente, una experiencia sensorial y psicológica de aliento, al brindarle al visitante una adecuada analogía de la luz al final del tunel, como el camino hacia una vida más plena.

Un sistema de tres crujías ortogonales dispuestas en paralelo y divididas entre ellas por jardines longitudinales, garantizan la plena funcionalidad del recinto al contener la mayor parte de los elementos programáticos y dejando dos áreas de crecimiento futuro en la crujía central destinada para talleres.

Estas crujías son intersectadas por un sistema de lineas diagonales angulares continuas, resultando una configuración circulacional donde prácticamente todos sus espacios se liberan de programa, lo que produce una percepción abstracta de ellos por su naturaleza vacua y fluida, posibilitando recorridos dinámicos para el encuentro libre y espontáneo, con lo que el programa adquiere una categoría trascendente.

Así, la mayor parte de este sistema formal de diagonales es circulación, si se lo entiende funcionalmente y, en el mejor de los casos, arquitectura pura; es decir, un lugar de encuentro y de posibilidades fenomenológicas de luz, materia y tiempo que suspenden la noción ordinaria de cotidianeidad para trascender a un continuum vital de los espacios y su atmósfera. Un itinerario circulacional que funge como conductor espiritual de sus moradores.

Esta combinación de dos sistemas formales diferenciados, produce un entramado constructivo y espacial de planos en distintos sentidos que generan la sensación de una estructura tipo laberinto, con las peculiaridades de ser gran parte de ella, virtual y a cielo abierto, permitendo que en un momento próximo con un recurso adicional, esta estructura virtual pueda cerrarse tanto en cubiertas como en muros, para darle mayor eficiencia al espacio de uso.

La naturaleza como núcleo. Tratamiento endémico, espíritu liberal y bajo mantenimiento, el diseño de paisaje junto con el sol, cielo, aire y lluvia, forman parte del verdadero núcleo del edificio, brindando con su atmósfera vivificante, un remanso sensorial que influye positivamente en el ánimo de las mujeres en protección y de quienes laboran ahí, siendo el edificio un marco para el vacío, más que un objeto contenedor.

Fuente: archdaily.mx
Fotos: Luis Gordoa, Francisco Mendez

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