El tejado a dos aguas puede considerarse un símbolo tan preponderante de la americanidad como la tarta de manzana y, aunque ambas cosas son de origen europeo, ambas pueden verse hoy como la máxima encarnación del universo doméstico estadounidense. Sin embargo, es importante señalar que esta solución constructiva, a pesar de haber sido utilizada de forma difusa desde la llegada de los primeros inmigrantes, se transformó y evolucionó a lo largo del tiempo, asumiendo distintas formas a medida que incorporaba también nuevos materiales. De este modo, podemos decir que los tejados a dos aguas están tan arraigados en el territorio americano que incluso parecen una solución autóctona por definición. Y aunque ha sido combatido por los arquitectos modernos durante décadas, el tejado a dos aguas parece resurgir con toda su fuerza en la actualidad, habiéndose explorado y extendido cada vez más por todo el país.
«Un enfoque «contextual» de la arquitectura no significa necesariamente exageración o anacronismo. La arquitectura contextual manifiesta la intención de adaptarse a su contexto, pero eso no le impide ser también innovadora», dice Katherine Chia, directora de Desai Chia Architecture, un estudio con sede en Nueva York. Y de eso trata exactamente este artículo. Aunque los tres ejemplos siguientes podrían sugerir que el regreso del tejado inclinado es una moda pasajera en la arquitectura residencial estadounidense, cientos de miles de otros proyectos similares construidos recientemente en todo el país apuntan no sólo a una tendencia, sino a una verdadera evolución, un cambio de paradigma en la que quizá sea la tipología residencial más tradicional de todos los tiempos. Por último, parece que nos libramos del prejuicio moderno contra el máximo exponente de la arquitectura vernácula.
MacKay-Lyons Sweetapple Architects, con sede en la provincia de Nueva Escocia, es uno de los mayores estudios de arquitectura que diseñan casas con tejado a dos aguas en Canadá, pero en lugar de limitarse a reproducir y trivializar esta tipología de construcción tradicional, han aprovechado para refrescar y modernizar sus elementos y componentes. Apropiándose de materiales ampliamente industriales como el acero corten, buscan continuamente reinventar y resignificar esta tipología. «Estoy interesado en la lengua vernácula donde sea que la encuentre», comenta Brian MacKay-Lyons, «Repetir el ‘buen genérico’ es la mejor manera de construir comunidades».
Jonathan Tate, socio fundador del estudio de arquitectura OJT (Office of Jonathan Tate), es otro arquitecto que cree que el enfoque contextual no es necesariamente retrógrado o conservador. Apropiándose de formas sencillas y modernas, su proyecto en Nueva Orleans encaja perfectamente en su contexto específico, reflejando la misma escala y ritmo que los edificios circundantes. Como dice, «es un gran placer tener que tratar con tipologías más tradicionales, es algo que me recuerda a mi infancia y al lugar donde crecí. Es algo familiar y agradable, pero abierto a nuevas lecturas y reinterpretaciones».
«Radicalmente diferente pero familiar», así describe el diseño de su casa en Atlanta Jennifer Bonner, fundadora del estudio de arquitectura MALL y también profesora asociada de Harvard Graduate School of Design. Bautizada como Haus Gables, esta casa fue diseñada como un caso de estudio a escala 1:1 en el que exploró y desarrolló una solución estructural en madera laminada cruzada, característica que le permitió crear vistas más amplias desde el interior hacia el exterior. «Se trata de una nueva materialidad, pero la expresión simbólica de una casa a dos aguas sigue siendo la misma», dice Bonner.
Muchos ejemplos de esta nueva generación de casas con tejado a dos aguas comparten el mismo elemento, o más bien la falta de él: las canaletas convencionales: «Al restar el voladizo del alero, el agua de lluvia se recoge ahora en la base de los muros en una especie de canal de drenaje enterrado en el suelo», explica Bruns. «Al eliminar las canaletas, dejamos que el agua de lluvia corra por las paredes de la casa, un enfoque innovador que sólo fue posible con la llegada de las nuevas soluciones de revestimiento de la fachada». La forma de abrir, recortar y acomodar los espacios interiores también ha cambiado considerablemente con las nuevas tecnologías estructurales disponibles. «El problema de las antiguas estructuras del tejado a dos aguas era que nuestras posibilidades de explorar los espacios interiores eran más limitadas», dice Bonner.
La búsqueda de la promoción y ampliación del acceso a la vivienda digna también ha tenido un impacto decisivo en la evolución y transformación de esta tipología. La crisis de la vivienda y la urgente necesidad de desarrollar soluciones constructivas más eficientes y asequibles han impulsado la exploración de nuevas versiones y variaciones de esta tipología. Tomemos, por ejemplo, el proyecto Bastion Community, desarrollado por OJT; un complejo de viviendas sociales para veteranos de guerra en el barrio de Gentilly, en Nueva Orleans. Vista desde arriba, esta pequeña comunidad se asemeja mucho a los idílicos suburbios de los años 50 y 60, como Levittown (Nueva York), donde, por desgracia, el pintoresco universo de casas a dos aguas también llevaba consigo la connotación de una abrumadora segregación racial. Aunque se ha convertido en un símbolo del sueño americano de la casa propia, no podemos olvidar que estos icónicos tejados también representan, para una gran parte de la población, la exclusión y la desigualdad. En este contexto, el proyecto de Tate para Bastion Community funciona casi como una rehabilitación de esta tipología, aunque no fuera su intención. «El objetivo principal de este proyecto era crear un barrio que se integrara perfectamente en su entorno», comenta.
En otros proyectos de Alabama, Nebraska y Wyoming, donde Bruns Architecture concentra sus esfuerzos, algunas constructoras aún mantienen algunas de sus cláusulas restrictivas, aunque, afortunadamente, la exclusividad racial hace tiempo que está prohibida por ley en este país. En estos contextos homogeneizadores, «la figura de Frank Lloyd Wright nunca habría existido», dice Stephen Bruns. Uno de sus clientes, que buscaba un terreno para construir su casa, recibió un expediente de más de 124 páginas en el que las inmobiliarias de los condominios no sólo restringían las nuevas construcciones a casas a dos aguas, sino que incluso establecían el grado exacto de inclinación del tejado. «La estandarización es tan absurda que la gente ni siquiera puede elegir el aspecto de su propia casa», dice Bruns.
Visto así, estos esfuerzos restrictivos no sólo limitan las tipologías de un barrio, sino la propia creatividad de los arquitectos. Del mismo modo, el proyecto de ley propuesto por la administración del presidente Trump para limitar los estilos arquitectónicos de los edificios públicos del país podría considerarse como el mayor retroceso en la historia de la arquitectura estadounidense.
Por suerte, el creciente número de proyectos híbridos, extrañamente familiares y a la vez diferentes, contextuales, o como se quiera llamar, llevan consigo la semilla de un cambio que ha venido no sólo a consagrar una tipología declarada, sino a promover, sobre todo, un verdadero cambio de paradigma. «Es como si los arquitectos dejaran por fin el hábito de hablar consigo mismos y trataran de entablar por fin un diálogo con las demás personas que les rodean», dice Tate.
Fuente:
Escrito por Kelly Beamon | Traducido por Pilar Caballero
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