Según la cronología esbozada por Charles Saumarez Smith en su libro The Art Museum in Modern Times, los directores, administradores y curadores se han esforzado por reinventar el concepto de museo en los últimos 80 años. Tratando de establecer una narrativa visual que refleje la evolución de los «objetivos, aspiraciones y creencias» de las instituciones museísticas en las últimas décadas, el historiador de arte y ex director de la National Portrait Gallery de Londres presenta en su libro una especie de línea evolutiva de la arquitectura de los museos. Sin embargo, en su desafiante tarea, acaba omitiendo la complejidad de la disputa de fuerzas e intereses que hay detrás del diseño de cualquier institución artística. En este sentido, es importante mencionar que no sólo los directores, administradores y curadores son responsables de tomar decisiones sobre cómo, dónde y cuándo deben construirse estos edificios.
Durante mucho tiempo, la lógica modernista determinó cómo debían ser los museos y las instituciones artísticas de todo el mundo. Sin embargo, a partir de los años 90, la historiadora de arte Rosalind Krauss ya había identificado un cambio de paradigma en cuanto al funcionamiento de los espacios museísticos. Krauss apuntó a una nueva lógica consumista, una tesis explorada posteriormente por Hal Forster en su libro The Art-Architecture Complex (2011), y más recientemente por Claire Bishop en su Radical Museology (2013). Evidentemente, esta cuestión no podía dejar de tratarse en el nuevo libro de Saumarez Smith: los museos de hoy en día ya no se conciben únicamente como espacios para la conservación y el mantenimiento de piezas raras y objetos de arte, ni son instituciones preocupadas únicamente por hacer que el arte sea accesible para todos. En el mundo actual, los museos parecen librar una batalla constante por la atención de los visitantes. Y si en los primeros tiempos los límites de un museo iban poco más allá de su propia arquitectura, hoy parecen prescindir o incluso despreciar la necesidad de una sede fija o permanente. Por ejemplo, el Brutalista Museo Whitney, diseñado por Marcel Breuer en 1966 en el Upper East Side de Manhattan, cerró por renovación en 2015 y desde entonces se ha convertido en algo más parecido a una galería de arte temporal al servicio de diferentes instituciones.
Experto en la materia, Saumarez Smith nos ofrece una visión muy precisa de las prioridades y dinámicas que han configurado la tipología de los museos a lo largo de los años. Sin embargo, es una pena comprobar que en The Art Museum in Modern Times se han reducido a meros artefactos desgastados por el tiempo. Aunque la línea de tiempo presentada en el libro es bastante didáctica y fácil de seguir -incluso para quienes no están familiarizados con la historia del arte del siglo XX-, para los lectores más aclimatados al tema los criterios de selección de los proyectos no parecen muy evidentes. Aunque al principio Saumarez Smith parece querer abordar la cuestión desde un punto de vista universal, la discusión se limita a Estados Unidos y Europa y se basa en premisas personales y bastante evasivas. Los museos, renovaciones y adiciones que forman parte del recorte presentado en el libro fueron simplemente elegidos por el autor «porque cree que eran los ejemplos más apropiados para ser expuestos en el libro». Teniendo en cuenta los (pre)conceptos utilizados por el autor, no nos sorprende que algunas de las instituciones -o más bien, marcas- enumeradas en su libro aparezcan más de una vez a pesar del limitado número de objetos de estudio elegidos para ilustrar su tesis. El análisis propuesto adquiere entonces un carácter tendencialmente formalista, dejando mucho que desear en cuanto al juicio crítico sobre el papel que el arte y la arquitectura han desempeñado en la evolución de estos espacios a lo largo de los años. En cambio, el autor traza un camino en el que sólo tangencia brevemente cada uno de los ejemplos, puntuando una profusión de nombres, fechas y etiquetas que pretenden configurar un panorama coercitivo sobre la evolución de los museos de arte de la modernidad.
En el epílogo, Saumarez Smith sugiere que los museos están ahora «bajo el ataque» de fuerzas políticas, tecnológicas y económicas. Contempla la naturaleza cambiante de las exposiciones de arte, las limitaciones y presiones financieras en un mundo cada vez más globalizado y la degradación del estatus del arte a una forma de entretenimiento. A ello se suma la aparición de un público numeroso y mejor informado, cuyas preocupaciones sobre las fuentes de riqueza de los donantes, las demandas de repatriación de artefactos coloniales y los llamados a desmantelar el canon amenazan las instituciones a las que Saumarez Smith ha dedicado su vida. (Además de la National Portrait Gallery, ha ocupado puestos de dirección en la National Gallery y la Royal Gallery).
Aunque bastante inquieto por la situación actual de las instituciones artísticas, en resumen, parece bastante consciente de las responsabilidades que debemos asumir para afrontar los retos del futuro. La necesidad de adaptarse continuamente es inherente a nuestra época, pero corresponde a «la nueva generación de arquitectos, curadores y directores [reaccionar] a las nuevas exigencias y desafíos de la modernidad», concluye Saumarez Smith. Sin embargo, este cambio generacional no es algo que ocurra de la noche a la mañana. Los proyectos de nuevos museos de arte no caen del cielo muy a menudo, y menos aún en manos de jóvenes arquitectos o prometedores estudios de arquitectura. Los cargos de poder de estas mismas instituciones, incluidos los curadores y directores, sufren el mismo malestar. Si queremos afrontar los retos del presente con la frescura y el entusiasmo que se espera, necesitaremos irremediablemente nuevas perspectivas y una mayor flexibilidad y apertura a los cambios que son tan necesarios.
Los Museos de Arte en Tiempos Modernos están llenos de fotografías históricas, proyectos obsoletos e historias olvidadas. Después de más de un año encerrados en casa, no cabe duda de que todos estamos deseando volver a visitar nuestros museos e instituciones artísticas. Pero antes hay que limpiar la gruesa capa de polvo que se ha ido acumulando con el tiempo. En los últimos meses y más allá, la lamentable falta de apoyo a las instituciones culturales se ha hecho aún más evidente, por no hablar de cómo la desigualdad social ha vuelto a alcanzar niveles históricos que todos creíamos haber dejado en el pasado. ¿Cómo podemos avanzar cuando todo lo que nos rodea parece desmoronarse? En lugar de volver la cara y tratar de evitar enfrentarnos a los problemas que nos rodean, tenemos que mantenernos fuertes en la lucha.
Escrito por Lauren McQuistion | Traducido por Pilar Caballero
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