Según una proyección de la ONU, actualmente el 55% de la población mundial vive en ciudades y se espera que ese número aumente al 68% para 2050. Este porcentaje equivale a más de 2.500 millones de personas, lo que impulsa la necesidad inmediata de que las ciudades acomoden más viviendas, crear más puestos de trabajo y proporcionar una infraestructura eficiente que respalde este inevitable auge. Para prepararnos para esto, debemos considerar los planes urbanos del pasado para comprender qué salió mal y así crear un futuro mejor.
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Pruitt-Igoe Housing es uno de los proyectos de vivienda más famosos de los Estados Unidos. Ubicado en St. Louis, Missouri, fue elogiado por su objetivo bien intencionado de crear un complejo de viviendas masivo, asequible y eficiente. La construcción de las 5,800 unidades se llevó a cabo durante el pico de las leyes de segregación de Jim Crow, pero se completó una vez que la Corte Suprema dictaminó que «separados pero iguales» se consideró ilegal. Lo que una vez se planeó para ser dos vecindarios separados de hogares, se convirtió en un distrito unificado, con el potencial de ser uno de los primeros símbolos de unidad racial en esta era. Sin embargo, el proyecto duró poco. Para 1970, los únicos residentes que quedaban eran aquellos que ya no podían permitirse vivir en ningún otro lugar, lo que creó una zona de pobreza masiva y el 65% de las unidades quedaron vacías. Los alquileres se utilizaron para financiar el mantenimiento de Pruitt-Igoe, y con la gente que se iba en masa, las torres se deterioraron y se convirtieron en escenario de actividades delictivas. Finalmente, las torres fueron demolidas y su caída fue vista como un fracaso masivo en un intento de proyecto de vivienda urbana.
Si lo pensamos en una escala mayor, es importante observar la ciudad que alguna vez fue la más densamente poblada de la Tierra: la ciudad amurallada de Kowloon. Sentada en un área de menos de una centésima parte de una milla cuadrada, pero hogar de más de 33,000 residentes. La Ciudad Amurallada era tanto un organismo vivo, que respiraba y evolucionaba como un desarrollo urbano. Enterrada dentro de los confines, no había impuestos, ni regulaciones, ni sistemas de salud, ni aplicación de la ley. Se convirtió tanto en un epicentro del crimen como de las rivalidades entre pandillas, pero también en el lugar ideal para el tráfico de drogas de Hong Kong. Las condiciones de vida eran espantosas, pero la gente continuó apiñándose y labrando sus propios espacios para contribuir a esta megalópolis en constante evolución. La ciudad amurallada de Kowloon reflejaba los edificios de Hong Kong que la rodeaban, construyendo más rápido y más alto, especialmente sin las limitaciones del departamento de construcción o del código de zonificación. Al igual que Pruitt-Igoe, Kowloon fue demolido y un parque conmemorativo vive en el sitio anterior.
Courtesy of City of Darkness Revisited
Las ciudades del futuro ya están en marcha: desde la ciudad de Masdar en Arabia Saudita, Songdo en Corea del Sur, y las propuestas de alta tecnología para ciudades y edificios que flotan en el agua, el mundo que estamos imaginando se acerca rápidamente. Para mirar hacia adelante, primero tenemos que mirar hacia atrás y comprender qué salió mal para poder corregir el futuro.
Escrito por Kaley Overstreet | Traducido por Mónica Arellano