Cortesía de Armstrong
Uno de los cambios más importantes en la cultura laboral contemporánea ha sido la adopción del trabajo remoto. Es más, incluso después de más de dos años desde que inició la pandemia, sigue siendo la realidad de muchos trabajadores. Si bien algunos pensaron que esto podría significar el fin de la oficina física, muchas empresas han optado por un escenario intermedio: un funcionamiento híbrido y flexible para recuperar la colaboración presencial sin dejar de lado los beneficios del home office. Sin embargo, volver a las oficinas en un contexto de pandemia ha motivado una serie de preguntas, entre ellas, ¿cómo asegurar un entorno laboral seguro y saludable?
Desde la arquitectura, existen diversos factores a considerar para fomentar el bienestar del usuario, como por ejemplo la calidad del aire en ambientes cerrados. Ya que el coronavirus y otros patógenos se propagan a través de diminutas gotas en el aire, es necesario contar con un buen sistema de ventilación y filtración que reduzca la transmisión de aerosoles infecciosos. En los últimos años, esto ha sido respaldado por multiples estudios e investigaciones; sin duda, la ciencia ha aprendido mucho sobre la propagación en estos tiempos de pandemia.
El rol de la ventilación eficiente en espacios de trabajo
Las investigaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sugieren que “los entornos muy poblados, con un flujo de aire deficiente o insuficiente, generan un aumento en las tasas de infección.” Por lo tanto, a pesar que el riesgo de contraer COVID-19 ha disminuido a medida que aumentan las tasas de vacunación, aun no se puede descartar en lugares de trabajo – especialmente en lugares colaborativos muy concurridos e inadecuadamente ventilados. Tal como sugieren los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de EE.UU, aquello implica que los empleadores que buscan reanudar el funcionamiento de su oficina física deben mejorar los sistemas de ventilación. Esto como medida adicional al uso de la mascarilla, la limpieza y el lavado frecuente de manos.
Son muchas las soluciones de diseño que se pueden adoptar para mejorar la calidad del aire interior. Una de ellas es la instalación de un sistema HVAC que circule el aire en el interior y lo expulse fuera del edificio. Pero una alternativa menos costosa, más fácil de instalar y potencialmente más eficaz consiste en utilizar tecnologías de plafones suspendidos en combinación con una buena filtración. Además de limitar la transmisión de virus, bacterias y gérmenes por el aire, su instalación permite la fácil configuración de oficinas individuales permanentes o modulares, ayudando a los empleados a mantener una distancia social. Con esto en mente, Armstrong ha desarrollado – bajo el fin de crear espacios más saludables –, una serie de soluciones integradas de sistemas de plafón para techos suspendidos.
Los plafones suspendidos pueden contribuir a una mejor calidad de aire en ambientes laborales
Una métrica utilizada para medir la renovación de aire en una habitación es la de cambios de aire por hora (ACH). Esencialmente, define la cantidad de aire que entra y sale en un volumen dado por unidad de tiempo, calculándose en función de la altura del techo. Al reducir la altura, la incorporación de un techo suspendido evidentemente reduce el volumen de la sala. Disminuyendo la cantidad de aire que necesita ser expulsado, esto aumenta el ACH y reduce el tiempo requerido para limpiar un espacio de contaminantes en el aire. Esto explica porque los espacios de trabajo de tipo industrial, donde los techos estructurales son altos y expuestos, son de los entornos menos óptimos para evitar la transmisión.
Cortesía de Armstrong
Además, mientras que los contaminantes pesados pueden caer y adherirse a escritorios, mostradores y manillas de puertas, los aerosoles suben y se adhieren a los techos. Y considerando que aquellos conforman un 20% o más de la superficie total de una oficina, esto se convierte en otra amenaza a la salud de los trabajadores. No obstante, tal como indica Anne P. Jennings del área de Espacios Saludables de Armstrong, “en la actualidad, muchos paneles de techos acústicos de textura suave pueden limpiarse y desinfectarse siguiendo las recomendaciones de los CDC, ya sea pasando un paño, rociando o utilizando un nebulizador para eliminar los patógenos. Además, para una mayor protección, muchos son resistentes a las bacterias y hongos.” Es fácil, por ende, asegurar una buena calidad de aire con plafones suspendidos.
Nuevas tecnologías de plafones suspendidos
Sin embargo, más allá de aumentar el ACH y facilitar la limpieza, existen diversas tecnologías innovadoras de plafones suspendidos que son ideales para optimizar la calidad del aire en ambientes laborales. Entre ellas, Armstrong ofrece paneles que incorporan una junta en su diseño. Cuando estos se colocan en un sistema de suspensión de techos estándar, forman un sello hermético con la rejilla. Esto reduce las fugas de flujo de aire a través del techo y la posible propagación de partículas infecciosas a otras zonas del edificio, contribuyendo a una mejora en la calidad de aire. La eficacia del sistema ha sido demostrada en diversas aplicaciones, como por ejemplo en el caso de estudio del Hospital de Middletown, Delaware.
«Estos sistemas, que se adaptan fácilmente a las rejillas existentes, proporcionan un mayor control sobre el volumen de aire de una sala y se ha demostrado que aumentan la eficacia de la filtración en el techo en hasta un 40%. – Anne P. Jennings, Directora Senior del Segmento Comercial, Espacios Saludables, Armstrong World Industries»
Cortesía de Armstrong
A su vez, existen soluciones que integran un sistema de purificación de aire por rayos UV. VidaShield de Armstrong, por ejemplo, combina un sistema de purificación de aire con luz UV-C con plafones de techos suspendidos. Los resultados han sido exitosos: las pruebas demuestran que la tecnología neutraliza el 97% de los patógenos infecciosos durante la primera pasada del aire por el sistema. De esta manera, estos mecanismos finalmente protegen la salud de usuario en su rutina cotidiana.
Como plantea el arquitecto Pablo Muñoz, “pasamos el 90% de nuestra vida en espacios interiores, que están de 2 a 5 veces más contaminados que el exterior.” Considerando que, a pesar de la pandemia, gran parte de ese tiempo lo seguimos pasando en entornos laborales, cuidar la calidad del aire interior que respiramos en ellos es fundamental. Al fin y al cabo – junto con una buena iluminación, acústica y confort térmico –, asegurar un aire sano es un sinónimo de bienestar.
Escrito por Kaley Overstreet | Traducido por Mónica Arellano
Si tienes algún proyecto arquitectónico que quieras compartir con nosotros, puedes escribirnos.